Me siento casi obligado a
dirigirme a su diario para felicitar públicamente a Fulgencio Argüelles por la
pedagogía que semanalmente realiza en el mismo a través de sus artículos
sabatinos. Entre tanta palabrería vacía que nos invade por doquier (vivimos en
la época de la posverdad), sus escritos son un soplo de aire fresco y de
esperanza. Concretamente, el publicado con fecha 24 de agosto, titulado ‘Crisis
endémicas’, hace un diagnóstico, en mi opinión, acertado de la enfermedad que
padecemos: el neoliberalismo imperante en el mundo, que tanto sufrimiento
humano está originando. También acierta en la terapia: recuperar el
materialismo histórico, desprovisto de los errores cometidos. “La necesidad de
su utilización como método de análisis de las viejas aspiraciones de un orden
social basado en la solidaridad y no en el abuso, en la explotación o en la
falta de humanidad”.
Este análisis sintoniza con la
tesis de un libro excelente, titulado ‘La trampa de la diversidad’ de Daniel
Bernabé; tesis que se puede resumir en su idea: “Ya no se busca un gran relato
que una a las personas diferentes en un objetivo común, sino exagerar nuestras
especificidades para colmar la angustia de un presente sin identidad de clase”.
El gran relato al que se refiere
Bernabé es el materialismo histórico al que alude Argüelles.
Gijón, 24-8-2019
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