martes, 12 de agosto de 2014

Violencias menores y violencias mayores


El suicidio de un adolescente, víctima de los malos tratos de sus perversos compañeros, ha destapado una realidad preocupante: la violencia de los menores en los colegios. Sin duda, habrá que buscar soluciones para combatir esa lacra, pero no podemos olvidar otra violencia infinitamente mayor: la violencia de los mayores, de los adultos. Se manifiesta ésta de múltiples maneras, desde el machismo, hasta las endémicas guerras, la violencia por antonomasia, con miles de víctimas inocentes.
Es necesario preguntarse por la raíz de tal violencia, tan antigua como el hombre. En realidad, a lo largo de la historia el ser humano no ha dejado de hacerse tales preguntas y a estas alturas de comienzos del siglo XXI hay ya respuestas suficientes como para identificar la naturaleza del mal y las soluciones aplicables.
Éstas pasan por el desarrollo de la democracia. Se me dirá que ya estamos en la democracia y que los problemas no sólo no se solucionan, sino que se agudizan. Pero éste es un argumento tramposo, porque la democracia es, como se sabe (o se debería saber), una utopía, es decir, una referencia que permite orientarnos. Condición indispensable para alcanzar esa utopía es la cultura, que define la propia naturaleza de la democracia, cultura que brilla por su ausencia en las actuales sociedades. La democracia no es un regalo de la naturaleza, sino que hay que conquistarla día a día, y esa conquista pasa por que haya fuerzas sociales que luchen por ella.
Finalmente, hay que recordar que vivimos en un nuevo orden internacional que sucedió al pasado equilibrio de bloques (la guerra fría). Se llama neoliberalismo y se caracteriza por la exaltación, hasta el paroxismo, de la economía de mercado, es decir, el capitalismo. Este sistema será muy útil para producir riqueza, pero nefasto a la hora de repartirla y en la opinión de muchos expertos se encuentra en las antípodas de la utopía democrática a la que me refería antes.


                                                                        Gijón, 19-10-2004 

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