jueves, 14 de agosto de 2014

Surrealismo


Me han parecido surrealistas las imágenes difundidas por la televisión en días pasados en las que los dirigentes del PP se emocionaban hasta las lágrimas cuando se intercambiaban alabanzas y mostraban su fidelidad y adhesión inquebrantable hacia el líder indiscutido e indiscutible (¿caudillo?).
Y digo que me pareció surrealista porque me hizo recordar el inmenso sufrimiento que sus políticas, las políticas que están aplicando y defendiendo producen en miles de ciudadanos, tales como los parados o los trabajadores precarios que son expulsados de un día para otro de las empresas con absoluta impunidad por parte de los empresarios y con total indefensión por su parte, o de los trabajadores en general que se ven reducidos a la condición de mercancía.
Se me dirá que soy demagogo, que la macropolítica, el déficit cero, las privatizaciones, la precariedad laboral, etcétera, son necesarios para estimular la economía y lograr el crecimiento. Aparte de que no me lo creo (habrá crecimiento, pero no para todos y, repito, a costa del dolor de mucha gente), insisto que me parece una paradoja, una burla macabra, la emoción y el entusiasmo mostrado por estos políticos.
Este hecho pone en evidencia, en mi opinión, que esta gente está desconectada del ciudadano de la calle y que defiende los intereses de un colectivo de personas que vive bien porque tiene dinero y ocupa posiciones de poder en la sociedad.
Por otro lado, la sensiblería que mostraron en este acto contradice a la total falta de sensibilidad mostrada cuando, no hace mucho, aplaudieron a rabiar (como hacen siempre) la decisión de su jefe de apoyar la invasión de Irak, acción que todos sabíamos que iba a causar (como así fue) miles de víctimas inocentes.


                                                                        Gijón, 7-9-2003

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