Resulta sorprendente lo bien que
hemos hecho los deberes los españoles en las recientes elecciones legislativas,
votando al partido político que mejor representa y defiende los intereses de
los que detentan el verdadero poder en el mundo: el poder financiero. Quizá lo
hicimos pensando en que así evitaríamos que ocurriese en España lo mismo que
ocurrió en Grecia e Italia, que fuesen los propios mercados, y no el pueblo,
los que nombrasen los gobiernos adecuados para que sus ciudadanos asuman las
políticas de austeridad (léase recortes de los derechos y conquistas sociales
logrados con enorme sacrificio por nuestros antepasados) que imponen los ricos
como solución para salir de la crisis.
La paradoja que supone la
aceptación de tales sacrificios para mayor beneficio de los poderosos creo que
puede entenderse si tenemos en cuenta la afirmación de Marx: “Las ideas imperantes
en una época han sido siempre las ideas propias de la clase dominante”. Ésa
puede ser también la explicación de que estemos instalados en el ‘totalitarismo
de la indiferencia’, tal como sostiene Josep Ramoneda en su reciente libro
titulado Contra la indiferencia. Por
cierto, en dicho libro se nos ofrece la solución a nuestros problemas que es,
como no podía ser de otra manera, la democracia, lo que significa invertir la
dirección que llevamos.
Gijón, 23-11-2011
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