Se dice que no hay mayor mentira
que una verdad a medias. Eso es lo que se da en el artículo del señor Díez
Tejon, ‘La tragedia tiene causas’ (22-3), en el que responsabiliza a los
dirigentes del tercer mundo del drama de las inmigraciones ilegales. Tiene
razón al señalar esta realidad como una causa importante del problema. Pero la
trampa está en detener ahí la lista de responsables y exculpar a Occidente de
la tragedia. Históricamente, los Estados occidentales han utilizado su
superioridad respecto al mundo subdesarrollado para explotarlo de múltiples
maneras, bien mediante el lucrativo negocio de la trata de esclavos, bien
practicando el colonialismo con un doble objetivo: obtener materias primas
necesarias para su desarrollo y aumentar el poder en un momento en que la
rivalidad entre las naciones así lo requería.
Cuando el desarrollo
económico/científico hizo innecesario el colonialismo, se prescindió de éste,
abandonando a esos países a su suerte. Hay que exceptuar a aquellos en los que
su riqueza aún nos es útil, como ocurre en Oriente próximo, donde se recurre a
la guerra sin más.
Occidente puede y debe hacer mucho
para evitar el drama al que nos referimos, que con el tiempo será mucho mayor.
Cuenta con la ONU ,
organismo creado precisamente para abordar esos problemas. Pero esta
institución está siendo ninguneada por los países más poderos de la Tierra hasta anular toda su
capacidad operativa.
Detrás de todo esto está el
tremendo egoísmo de los países del primer mundo. Lo demás es escurrir el
bulto.
Gijón, 22-3-2006
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