Existe la conciencia en
algunos sectores de la sociedad, los más sensibles y críticos, de que el actual
estado de cosas, lejos de ser satisfactorio resulta más bien catastrófico (no
hay más que ver lo que cuentan los medios). Es por ello que esos ciudadanos
deben estar atentos a los que, desde los márgenes del sistema, ejercen la
crítica a éste, pues es seguro que alguna habrá que acierte plenamente en el
diagnóstico del mal y en la solución al mismo. Eso es lo que se da, en mi
opinión, en el libro “Educación para la ciudadanía. Democracia, capitalismo y
Estado de Derecho”, de los hermanos Fernández Liria y Alegre Zahonero.
El libro es tan
políticamente incorrecto que no ha sido aprobado como texto en las escuelas. Su
heterodoxia consiste en explicar racionalmente (como si de una demostración
matemática se tratara), el proyecto político de la Ilustración , es decir,
la democracia (esa gran desconocida), para pasar a continuación a examinar si
las llamadas democracias actuales se pueden homologar como tales. La conclusión
es demoledora: no superan la prueba. ¿Razón? El sistema económico capitalista
es incompatible con la democracia, tal como la concibieron los ilustrados.
Conceptos básicos como
ciudadanía; el espacio vacío (de poder), donde se reúne ésta para dialogar,
razonar y llegar a acuerdos; Estado de Derecho; división de poderes; etcétera,
son explicados con una didáctica comprensible.
En el libro se puede ver,
negro sobre blanco, la irracionalidad del capitalismo, que nos lleva, en su
viaje alocado, a la destrucción del planeta; el papel tergiversador de los
medios de comunicación (en manos del gran capital) y la degradación moral y
cultural de la sociedad que, atrapada en la trampa del consumismo, gira en el
círculo vicioso de producir para consumir, sin tiempo para pensar, razonar,
dialogar, acordar, es decir, las genuinas actividades del modelo de ciudadano
diseñado por los ilustrados.
Gijón, 27-1-2008
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