martes, 19 de agosto de 2014

Intervención en la asamblea del PSOE


Éste es mi análisis de la situación política del PSOE y de la sociedad española actual:
Estoy seguro de que en la mente de todos los presentes, tanto dirigentes como militantes, hay la misma preocupación: el PSOE tiene un grave problema. Tan grave, que si no acierta a resolverlo corre el riesgo de desaparecer, lo que sería muy malo para el país y una vergüenza para todos nosotros por traicionar al heroico pasado de los socialistas que lucharon con gran sacrificio de sus vidas en la defensa de los trabajadores y de las clases más desfavorecidas.
Este problema ya fue detectado en la Conferencia política del PSOE, celebrada el pasado mes de noviembre. Entonces se reaccionó acertadamente, efectuando un giro a la izquierda que situó al partido en el espacio político e ideológico que le es propio: el de la socialdemocracia, pero no la de los últimos 30 años, la llamada Tercera vía, sino la de hace 40 o 50 años, la que toma a Keynes como referente para la economía (la economía social de mercado). Este giro fue recogido acertadamente por Rubalcaba con una expresión feliz: “El PSOE ha vuelto” (un resultado positivo de ese cambio es el actual proceso de nombramiento del nuevo secretario general mediante votación abierta de la militancia).
Pero el problema grave del PSOE se puso dramáticamente de manifiesto en las elecciones para el Parlamento europeo del 25-M, al recibir un gran descalabro en las urnas. El mensaje de las mismas fue claro: se castigó severamente a los dos partidos mayoritarios que gobernaron España durante más de 30 años de democracia, responsabilizándolos de la monumental crisis que padecemos.
Pero llega la hora de señalar ese problema, porque si no somos capaces de definirlo, escasamente podamos resolverlo. Se trata de la falta de democracia interna del partido. Viene recogido por uno de los gritos más coreados por los ciudadanos en las manifestaciones: “No nos representan”, en alusión al mayor problema del país. Las instituciones, desde la monarquía y el Parlamento, pasando por los partidos y sindicatos, hasta el poder judicial, representan defectuosamente a los ciudadanos, lo que invalida la democracia. Es el PSOE el que nos incumbe directamente a nosotros.
Democratizar el partido supone dar más protagonismo a la militancia. Este protagonismo se manifiesta en tres puntos: elaboración de la política, elección de representantes y control de los mismos para evitar corruptelas. La forma en que el ciudadano participa en política es con la palabra (no tenemos otra cosa). Consecuentemente, habrá que crear espacios de diálogo y debate donde podamos hablar y escucharnos, tanto los militantes como los dirigentes. Este diálogo, para que sea eficaz, no ha de basarse en opiniones u ocurrencias, sino en razonamientos y argumentos, por lo que resulta exigente, es decir, requiere un elevado nivel de formación y cultura.
Nos encontramos aquí, en mi opinión, con el mayor problema de la sociedad española, el diagnóstico del mal que padece: la falta de cultura y valores democráticos. La siguiente frase, aparecida en una carta al director de El País, define bien la situación: “El que siembra vientos recoge tempestades. La tempestad que ahora nos asola es la consecuencia de 30 años de vientos de desprecio a la educación y a la cultura, del ensalzamiento del pelotazo y el enriquecimiento fácil, de la ausencia de una pedagogía que refuerce los valores democráticos”. Juan Manso.



                                                               Gijón, 7-6-2014

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