Las
declaraciones de don José Manuel Martínez Vega, presidente de la Asociación de padres
del Codema, en este diario el 12 de septiembre son una muestra nítida, sin
retoques, de lo que representa la enseñanza neoliberal. Es, por decirlo de
alguna manera, la aplicación de los principios por los que se rige actualmente
la economía y el trabajo a la enseñanza. Es decir, el individualismo, la
competitividad, la ley del más fuerte.
Analicemos
algunos de sus planteamientos: Defiende el derecho de los padres a elegir la
educación de sus hijos. Pero en una democracia el derecho que hay que defender
es el de que todos los niños, sin excepción, reciban una educación de calidad,
que es muy diferente. Eso es lo que hay que demandar al Estado.
Afirma que,
según la Ley de
Calidad, (decretada por el PP) tanto la concertada como la pública “deberán
hacer su composición de lugar y mirar dónde están las diferencias y las cosas a
mejorar, por qué los padres quieren un colegio y otro no”. Es decir,
competitividad pura y dura entre centros. Esto es (para un demócrata, hay que
insistir) un disparate, porque en esta dinámica de colegios buenos y malos,
¿qué pasa con los niños a los que les toque ir a los malos?
“Entiendo”,
dice, “que cada uno (se refiere a los defensores de la pública y la privada)
defiende sus intereses”. Pero, ¡hombre!, en una democracia no se defienden
intereses, sino derechos y estos son iguales para todos.
Insiste mucho
en apoyarse en la reciente sentencia favorable a la concertada del Tribunal
Supremo. Voy a decir algo que muchos malinterpretarán: Marx demostró en su día
con razonamientos magistrales que son las relaciones laborales y económicas de
una sociedad las que determinan y condicionan el resto de las relaciones, desde
la justicia a la política, pasando por la enseñanza. Justamente lo que está
ocurriendo.
Gijón, 12-9-2003
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