domingo, 10 de agosto de 2014

Democracia pervertida


Los acontecimientos políticos que suceden estos días en Italia no dejan de ser inquietantes. Silvio Berlusconi, hasta ahora primer ministro italiano, pretende mantenerse en el centro de la vida política de ese país a pesar de su derrota electoral, de modo que el futuro de los italianos parece que seguirá condicionado por ese personaje. Pero, esto, que es en sí mismo preocupante, se convierte en auténtica tragedia si analizamos las circunstancias de este señor.
Berlusconi pasa por ser el hombre más rico de Italia, por lo que, al haber ocupado el cargo de mayor influencia política en su país durante los últimos cinco años, ha unido en su persona el poder político y el económico. Es propietario de los principales canales privados de televisión italiana, lo que, unido a su condición de primer ministro, propició el control de las televisiones públicas y privadas, de tal manera que, a los poderes antes citados, añade uno más: el poder mediático.
Este señor ha usado su inmenso poder, no sólo para perpetuarse en el mismo, sino también para blindarse ante la justicia italiana que le persigue por delitos mafiosos. El balance político-económico que presenta al cabo de cinco años de gobierno no puede ser peor, según apuntan todos los analistas. Si embargo, a pesar de todo, este personaje obtiene casi la mitad de los votos de los italianos, de manera que, envalentonado, se niega a reconocer la derrota electoral y amenaza con no conceder ni un minuto de respiro al ganador centro-izquierda (de eso sabemos algo en España).
Ante estos hechos, cabe hacerse una pregunta: ¿qué queda de nuestra esperanza de conseguir, con el desarrollo de la democracia, un mundo mejor, más justo y humanitario?


                                                                          Gijón, 24-4-2006

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