Puesto en la tesitura de tener
que leer un pasaje de la Biblia
con motivo del llamado Desayuno de Oración en Washington, Zapatero eligió uno
que fuera coherente con su condición de socialista: “No explotarás al jornalero
pobre y necesitado”. Este mensaje, tan oportuno hoy como siempre, es lo primero
que salta a la vista de cualquiera. Expuso, además, otras ideas básicas de la
democracia: “la libertad para vivir con la persona amada y para crear y cuidar
a su entorno familiar”; “el odio nace de la ignorancia y la concordia se
construye sobre el conocimiento. También la paz”; “la libertad es uno de los
más preciosos dones que dieron los cielos”; “España defiende el diálogo, la
convivencia de las culturas, la
Alianza de las Civilizaciones”; etcétera.
Sin embargo, hay comentaristas
políticos que no ven nada de esto. Es el caso de uno, habitual de este
periódico, que en su artículo ‘La libertad según Zapatero’, comienza
refiriéndose a la confidencia que le hizo un amigo: el discurso de Zapatero le
pareció vacuo. Entra luego en farragosas disquisiciones sobre lo que Zapatero
entiende o deja de entender por ‘libertad’ o ‘verdad’, para concluir
textualmente: “¿Nos estará diciendo [Zapatero] que, puesto que no hay una
verdad moral que pueda guiar nuestra conciencia, la única verdad a la que
podemos –y debemos- atenernos en nuestra vida es a la verdad cívica, a la
verdad común, es decir, a la
Constitución y a las leyes aprobadas por el Parlamento? Quizá
sí. Resulta estremecedor, pero lo que Zapatero probablemente quiso decir en Washington
fue eso.”
Este señor, que se presenta como
profesor de filosofía, ha desperdiciado una buena oportunidad para explicarnos
cómo entienden la libertad o la verdad los grandes filósofos tales como
Sócrates, Spinoza, Kant, Marx, etcétera. En cambio, no ha resistido la
tentación de practicar lo que parece el deporte nacional de muchos: lanzar
mierda sobre Zapatero.
Gijón, 7-3-2010
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