domingo, 3 de agosto de 2014

Enseñanza

Hay noticias que nos recuerdan irremediablemente la realidad en la que vivimos. Tal ocurre con la publicada en primera plana de su periódico el día 7 de febrero. En ella, acompañándose de una fotografía, aparece el siguiente comentario: “Miles de pequeños gijoneses caminaron ayer desde el colegio de la Inmaculada hasta el Parque de la Providencia. Seis kilómetros de paseo solidario para conseguir dinero con el que construir cuatro aulas en una escuela de Colombia. Ellos anduvieron. Padres y comerciantes subvencionaron”.
En el escaparate mediático en que se ha convertido nuestra sociedad, se trata de ‘vender la moto’ al precio que sea. Causa estupor la manera en que se frivoliza, utilizando niños inocentes, cosas tan serias como la injusticia en el mundo. Uno siempre creyó que no se trataba de caridad (y menos de esta manera tan ostentosa y mezquina), sino de justicia social, de defensa radical de los derechos.
 Hace ya años, a la muerte del dictador, algunos, ingenuamente, pensamos que había llegado la hora de que las cosas cambiasen. La recién iniciada democracia iba a arrumbar para siempre la nefasta influencia de este rancio catolicismo que tan cruelmente sirvió de coartada moral para tantos crímenes y atrocidades. Pronto vimos que las cosas seguían igual. Eran los mismos perros con distintos collares.
Este gesto mediático está a la altura de la España de la mediocridad y la incultura. Compite con otros espectáculos nacionales tales como Gran Hermano y Operación Triunfo, con el agravante, repito, de que aquí se utilizan criaturas inocentes.
¡Enseñanza pública y laica ya!                       


                                                                          Gijón, 12-02-2003

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