Hay noticias
que nos recuerdan irremediablemente la realidad en la que vivimos. Tal ocurre
con la publicada en primera plana de su periódico el día 7 de febrero. En ella,
acompañándose de una fotografía, aparece el siguiente comentario: “Miles de
pequeños gijoneses caminaron ayer desde el colegio de la Inmaculada hasta el
Parque de la
Providencia. Seis kilómetros de paseo solidario para
conseguir dinero con el que construir cuatro aulas en una escuela de Colombia.
Ellos anduvieron. Padres y comerciantes subvencionaron”.
En el
escaparate mediático en que se ha convertido nuestra sociedad, se trata de
‘vender la moto’ al precio que sea. Causa estupor la manera en que se
frivoliza, utilizando niños inocentes, cosas tan serias como la injusticia en
el mundo. Uno siempre creyó que no se trataba de caridad (y menos de esta
manera tan ostentosa y mezquina), sino de justicia social, de defensa radical
de los derechos.
Hace ya años, a la muerte del dictador,
algunos, ingenuamente, pensamos que había llegado la hora de que las cosas
cambiasen. La recién iniciada democracia iba a arrumbar para siempre la nefasta
influencia de este rancio catolicismo que tan cruelmente sirvió de coartada
moral para tantos crímenes y atrocidades. Pronto vimos que las cosas seguían
igual. Eran los mismos perros con distintos collares.
Este gesto
mediático está a la altura de la
España de la mediocridad y la incultura. Compite con otros
espectáculos nacionales tales como Gran Hermano y Operación Triunfo, con el
agravante, repito, de que aquí se utilizan criaturas inocentes.
¡Enseñanza
pública y laica ya!
Gijón, 12-02-2003
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