Una de las consignas más
coreadas en la manifestación de los indignados del día 5 de junio en Avilés,
fue “¡Democracia real ya!”. Esta reivindicación supone que la democracia actual
que tenemos no es real. Si no lo es, ¿de qué tipo es? Es una democracia formal,
es decir, tiene la forma, la apariencia exterior de democracia: instituciones,
partidos, Parlamento, Constitución, división de poderes, etcétera, pero está
vacía, carece de contenido, porque le faltan ciudadanos dignos de tal nombre,
que ejerzan de tales.
Ello es así porque los
ciudadanos carecemos, en un amplio porcentaje, de la cultura y la ética
democráticas. Eso explica que tengamos una democracia y no sabemos qué hacer
con ella; explica la inhibición generalizada del pueblo en la política, en las
instituciones (partidos, sindicatos, ayuntamientos, etcétera); explica que, al
no tener criterios políticos y democráticos claros, estemos siendo manipulados
por poderosas fuerzas mediáticas, ideológicas, financieras o religiosas, que no
persiguen el bien general sino intereses particulares. Es desde estas
instancias, sobre todo las económicas, desde las que se ha impuesto un
pensamiento que, de tan hegemónico, se llama único, que no se corresponde con
el pensamiento democrático.
El movimiento de los indignados
deberá proponerse como primer objetivo cambiar la cultura actual, llámese del
ocio, del espectáculo, del consumo o como se quiera llamar, por una cultura
verdaderamente democrática, que permita a los ciudadanos asumir y ejercer sus
responsabilidades públicas. A fin de cuentas, la democracia es el gobierno de
los ciudadanos. Parece obvio que tengamos que tener una formación acorde con
esa responsabilidad.
Gijón, 30-5-2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario